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miércoles, 9 de octubre de 2013

JAVIER I

Sábado 21 de Septiembre

Querido amigo:

                   ¡Hola! Me llamo Javier y tengo diecinueve años. Mi pelo es castaño claro, mis ojos marrones oscuros y mido 1,95. Estoy en bastante buena forma, ya que todas las mañanas salgo en bicicleta, escuchando a Scorpions, que es mi grupo favorito, y, cuando puedo, voy al gimnasio. Soy ágil, hábil y flexible aunque mi mayor fuerte es la inteligencia. Hablo seis idiomas: castellano, inglés, francés, alemán, portugués e italiano y estoy aprendiendo el griego. También se me dan muy bien todas las ciencias, sobre todo la geología.
         Teniendo esto en cuenta debería de estar en la universidad ¿Verdad? Pues os equivocáis. Cuando estaba a punto de entrar comenzó una crisis económica y mi padre, que era quien más dinero llevaba a casa, se quedó sin empleo y tuve que dejar mi sueño de estudiar geología para buscar un trabajo y ayudar a pagar los gastos de la casa.
         Por fortuna encontré trabajo rapidamente como camarero en el local que está debajo de mi casa, llamado “La Luna Llena”, que tiene dos pisos superiores, que sirven de restaurante, y tres inferiores, donde hay discotecas que funcionan toda la noche. Vivo con mis padres, mis dos hermanos menores, Sandra, de dieciocho, y Juan, de quince, y mi abuela, que está en silla de ruedas y la tuvimos que sacar de la residencia en la que la cuidaban porque ya no podíamos pagarla.
           Trabajando una noche, conocí a Remo, un joven de mi edad que enseguida me calló bien y me presentó al resto de sus amigos, de los que me he hecho inseparable, sobre todo de Serena, la joven más hermosa del mundo entero.
         Tiene la piel morena, un pelo rojo como el fuego y unos ojos verdes que me están volviendo loco. Siempre me quedaba mirándola como un gilipollas y ella, cada vez que me miraba, giraba la cabeza y un rubor teñía sus mejillas, haciéndome sonreir. Pero el otro día me sostuvo por primera vez la mirada y yo la sonreí, cosa que creo que la gustó porque sonrió a su vez.
         Hoy, cuando la vea, la preguntaré que si quiere ir al cine conmigo mañana por la noche cuando salga de trabajar. Espero que acepte porque si no me muero. Y lo digo completamente en serio. Sería muy fácil tirarme desde un puente. Pero sé que va a decir que si ¿Qué creéis vosotros? ¿Habré interpretado mal sus señales? Espero que no, porque si no, aparte de que se me va a romper el corazón, voy a hacer el ridículo delante de todos mis amigos.
         Bueno. Ahora que me conocéis os contaré lo que nos ha vuelto a pasar anoche. Supongo que Diego y Amata ya os habrán contado nuestros dos encuentros con un licántropo ¿No? Pues anoche nos lo volvimos a encontrar y esta vez el combate fue peor. Ahora os cuento porque.
         Anoche, después de que Amata nos contara que la bestia era un licántropo y de que Marta nos dijera que un chico, llamado Esteban, llevaba dos noches sin aparecer por casa, salimos a intentar cazarlo utilizando a Remo, por el que parece sentir cierta tracción, igual es que Esteban era gay, como cebo.
         Ni Carolina ni Fernando estaban y los ocho restantes estuvimos vagando por las calles de la ciudad hasta que, al llegar al río y sin previo aviso, nos vimos rodeados por la niebla que aparece antes de que lo haga el licántropo y nos pusimos a preparar la trampa, consistente en un lazo, formado con una enorme cadena, que Remo ató a un balcón de un edificio.
         Justo cuando tocó el suelo, aparecieron los ojos de nuestro amigo, que estaban centrados en Remo, quien se colocó detrás del lazo mientras las chicas sacaban unas pequeñas bombas con humo tranquilizante, que Diego sabía preparar, y los chicos cogíamos el otro extremo de la cadena para tirar en el momento justo
         La bestia, sin percatarse de la cadena, inició con un gigantesco rugido su carrera hacia Remo. Cuando el licántropo entró en el círculo de la cadena, tiramos de la cuerda con todas nuestras fuerzas y conseguimos coger las cuatro patas de la bestia, que fue alzada, y las chicas sin perder un instante lanzaron las bombas contra ella.
         Para nuestra desgracia esto no hizo efecto y la bestia enfurecida consiguió morder la cadena y tirar de ella, mientras nosotros hacíamos fuerza por el otro extremo. Al cabo de un tiempo el balcón, no pudiendo soportar el peso del licántropo, se soltó de sus anclajes y cayó al suelo con un fuerte estrépito, al mismo tiempo que la bestia, libre de las ataduras, se dirigió contra Remo.
          Por fortuna volvió a aparecer el lobo misterioso, que se lanzó directo como una flecha contra el cuello del enemigo, dándole un fuerte mordisco en la yugular de la que pronto empezaron a salir ríos de sangre. Debatiéndose furiosa, la bestia logró quitárselo de encima con un manotazo, que lo envió volando, pero, haciendo un giro, el lobo cayó a cuatro patas entre la bestia y Remo.
         El licántropo no se lo pensó dos veces para atacar al lobo y le empezó a dar manotazos para intentar agarrarlo entre su patas y estrujarlo, mientras Remo, sin que se diera cuenta el bicho, se fue acercando hacia donde habia caído el balcón para coger un gigantesco barrote de hierro.
         De repente el lobo se tropezó y la bestia consiguió cogerlo entre su patas-manos y apretarlo contra su pecho. Daba pena observar los intentos del pobre animal para librarse y poder respirar. Por fortuna Remo, que se había acercado con el barrote por detrás, le dio al licántropo un fuerte golpe en la espalda, dándole en la columna, por lo que al bicho no le quedó más remedio que soltar al lobo y girarse hacia Remo.
         Mientras el lobo cogía inmensas bocanadas de aire, el licántropo intento coger a Remo, pero este esquivaba todos sus intentos saltando o agachándose con una velocidad y habilidad inauditas. Sin embargo esto no duró mucho y Remo se acabó tropezando y cayendo delante de la bestia, que lanzó un rugido pensando que ya tenía a su presa, pero se había olvidado del lobo, que, ya recuperado, se lanzó contra su espalda.
         Estaba Remo levantándose, cuando oímos un disparo, que nos sorprendió a todos, y al instante una bala se clavó en el brazo del licántropo, que lanzó un rugido de dolor y se giró hacia donde había venido el disparo.
         Segundos después surgieron cinco sombras de un callejón, que enseguida rodearon a la bestia y al lobo, completamente encapuchadas, por lo que no pudimos ver de quienes se trataban, y armadas con pistolas, arcos y espadas.
         Al ver a los cinco encapuchados, el lobo salió huyendo pero, cuando estaba apunto de girar en una esquina, uno de los encapuchados disparó su pistola y le dio en un costado, haciéndole dar un aullido de dolor, que nos heló la piel.
         El licántropo no paraba de dar vueltas sin saber a quien atacar. Al final se decantó por el que parecía el más pequeño de los cinco y le intentó dar un manotazo. El joven, porque por el tamaño pensamos que eso es lo que era, se agachó ágilmente y sin perder un segundo disparó contra la bestia dándola en el pecho.
         Lejos de dejar a su oponente, la bestia se abalanzó sobre él y apunto estuvo de darle un mordisco que le hubiera arrancado la cabeza, pero otro encapuchado, de un gigantesco salto, se subió a los hombros de la bestia y sacó una daga dispuesto a calvársela. El licántropo, al notar el peso en su espalda, afianzó sus patas delanteras en el suelo y, dándose impulso, dio una voltereta obligando al encapuchado a saltar si no quería ser aplastado.
         La bestia, una vez dada la voltereta, se volvió hacia él y, aprovechando que estaba tirado en el suelo, saltó con sus garras extendidas dispuesta a desgarrarle. Sin embargo, el encapuchado, que la vió a tiempo, rodó por el suelo y consiguió huir de sus poderosas garras. Luego, sin perder ni un instante, se metió entre las patas del licántropo y le hizo varios cortes haciéndole caer al suelo.
         La bestia no paraba de dar horrendos aullidos e intentaba agarrar a alguno de los encapuchados con sus manos sin lograrlo. De repente, con un enorme esfuerzo, consiguió ponerse de pie y, estaba a punto de abalanzarse sobre el encapuchado que tenía enfrente, cuando las piernas la fallaron y se desplomó sobre el tipo. La bestia, una vez cayó sobre él, dio un enorme y horripilante aullido cerrando los ojos y quedando como muerta.
Tras unos segundos pasó una cosa increíble. La bestia empezó a cambiar. Se fue haciendo más pequeña, su cara fue cambiando a la de un humano, las garras se transformaron en dedos, el pelo se le cayó y, ante nuestros ojos apareció un joven humano de nuestra edad, completamente desnudo, con una espada atravesándole.
Al encapuchado le había dado tiempo a sacar su espada cuando la bestia empezó a caer sobre él y, apuntando con ella hacia arriba, se la clavó al licántropo matándolo en el acto. Este encapuchado salió de debajo del cuerpo y le dio la vuelta, sacando su espada, para ver el rostro del joven.
Se trataba sin ninguna duda de Esteban, el joven desaparecido hacia varias noches. Tenía el pelo rubio, unos azul claro y el cuerpo lleno de heridas y mordiscos fruto de las tres noches que se había pasado transformado en la bestia.
Nosotros nos quedamos boquiabiertos… Bueno, la verdad es que solo yo, el resto no parecía sorprendido pero supongo que sería a causa del shock. Y uno de los encapuchados se acercó a nosotros para decirnos que no contáramos nada. Nosotros juramos que no diríamos ni una palabra de lo sucedido y los encapuchados se llevaron el cuerpo del joven.
¿A dónde se lo llevaron? Ni idea ¿Qué le contaran a la familia? Ni idea ¿Quiénes eran? Ni idea ¿Qué pasó con el lobo herido? Ni idea. Como veis las incógnitas son muchas y nos gustaría resolverlas. Supongo que vosotros no conoceréis ninguna porque si no nos lo diríais ¿Verdad? Yo al menos espero que si.
Después de esto, cada uno nos fuimos a nuestra casa y de camino me pasó una cosa muy rara. Estaba llegando al edificio donde está mi piso, me lo indicaba el ruido que salía de las discotecas de abajo, cuado escuche la voz de un chico que decía: “Que chico tan guapo. Ojalá tuviera valor para entrarle. Pero si mi padre se entera me volverá a pegar como hace siempre que me pilla ligando con un chico”.
Me gire para ver quien lo había dicho pero, misteriosamente, a mi alrededor no había nadie, asi que supuse que lo había imaginado. Acababa de pasar por una experiencia extraña y poco corriente y pensé que eso me habría afectado.
Sin embargo, al llegar a las puertas de la discoteca, cada vez empecé a escuchar más voces y lo extraño es que provenían de mi cabeza. Al principio estaba aturdido y confuso y me quedé quieto esperando a que se pasara, pero no lo hizo. Las voces eran cada vez más y se escuchaban con mayor claridad juntándose en un horrible murmullo que me hizo caer de rodillas con las manos tapándome los oídos y gritando que por favor parasen.
Lo último que recuerdo antes de caer inconsciente, es ver a mi jefe saliendo corriendo del bar alertado por algunos jóvenes y llegar a mi lado preguntándome que qué me pasaba. Luego me quede inconsciente y desperté esta mañana en la habitación de un hospital con mis dos hermanos durmiendo en dos sillones a mi lado.
Los médicos no supieron decir que me había pasado y a las tres me dieron el alta y pude regresar a casa. Mi familia está muy preocupada y ha estado pendiente de mí desde que llegamos a casa, cosa que agradezco, pero necesito un poco de aire.
Ahora te tengo que dejar. Son las seis menos cuarto y tengo que prepararme para entrar a trabajar a las seis. Espero que esta noche sea normal, no como las tres anteriores, y que no vuelva a escuchar voces. Como tenga otro ataque cuando esté en el cine con Serena me muero y no salgo del hospital.

Un abrazo muy fuerte:
Javier

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